27/10/08

Todos los fuegos

No. Ni Rubén Blades, ni Willie Colon, tampoco el gran Ismael Rivera. Ninguno. Ninguno logra calmarme. Nada me tranquiliza cuando tengo en mi oído izquierdo este gatillo. Aturdido, ayer amanezco con ganas de asesinar a alguien, pero vi tus caderas y fui manpaguer otra vez. “Hay fuego en le 23, en el 23”. Estas han sido las frases más recurrentes durante este fin de semana. Esta ha sido la canción que interrumpe mi tinitus. Este es el fuego que rompe puntual y dramáticamente mi sueño a las 2:45 am. No oigo más que los aullidos de mi inescrupuloso vecino. Quisiera poder oír la usual pelea matrimonial de los del 6. Los del 6 tienen un ritual de discusiones muy entretenidas cada viernes. A veces el viernes se traslada al sábado porque el esposo del feliz matricidio se quedo a dormir con su hembrita el viernes y entonces su mujercita lo grita es el sábado. La última vez desgarro las refinadas alfombras traídas de la India que le había regalado su suegra. Las mismas alfombras que adornaban el cuarto matrimonial desde hace más de 6 años. Las mismas alfombras en las que más de una vez se había quedado casi rota esperando a su esposo extraviado. Cuando el viernes estaba más lejos de seguir siendo viernes y el sábado mostraba sus mejillas, Filomena se atascaba en un ataque de hipo. El hipo se convertía súbitamente en chorrones de agua salada que le bajaban por la cara. Lagrimones que me asustaban. Filomena lloraba tanto que la imagine ahogada entre su sal. Lloraba, hipo, lagrimas,¿ p-o-r q-u-é m-e h-a-c-e-s e-s-t-o?, yo que tanto te quiero, lagrimones,¿ q-u-i-e-n s-a-b-e d-o-n-d-e e-s-t-a-r-a-s,hipo, Filomena rota. Se cerraba la función hasta que llegaba el tigre feroz con la boca fétida de tanto besar el culo de su hembrita. Sábado 5:00 am. La rutina, el trabajo, las excusas, Filomena tan rota y su tigre:” Lo siento, nena. No sigas llorando que esa sal te esta quemando por dentro. Filomena no lograba ordenar sus palabras. Sólo gritaba, se quejaba, reclamaba hasta que la callaban. Filomena linda con mejillas rotas oía a su tigre: “Lo siento, nena. Sabes que soy un bruto. Una bestia. Perdóname.”
“Hay fuego en el 23, en el 23”. Tus caderas me dan el poder y soy manpaguer otra vez. Me coloco al lado de la ventana de la cocina. Desde allí te veo mejor. Te veo ligeramente vestida, toda linda, toda tetas de Dios, toda gata apareándose con su dueño. Tan voz “dulce limón” que me habla no sólo en el ascensor. Ya no recuerdo en que noche ocurrió, pero, se que fue durante la semana del 8 de Mayo. Lo recuerdo porque justo el 10 murió mamá ahorcada con su bufanda de mariposas azules escarchadas. Mamá iba en el asiento trasero del carro mientras yo manejaba. Abrió la ventana para tomar aire y permaneció tranquilita como si estuviera oyendo la voz de Edith Piaff. Sus discos le gustaban mucho. Siempre me lo decía. Ese día escucho su” je ne regrette rien” mientras admiraba su closet. Todo estaba debidamente ordenado. Vestidos colgados por colores. Ni un solo pantalón. Muchas bufandas escarchadas y estampadas. Ninguna roja. A mamá no le gustaba el rojo. Decía que era el color sangre. Mamá se maquillaba sólo cuando estaba triste. Decía que necesitaba el rojo sobre su boca para sentirse la verdadera payasa de su circo. Una raya negra debajo de sus ojos y mucho colorete para empolvar su nariz. El día del matrimonio con papá se maquillo tanto que daba la impresión de doña ya gastada y arrugada. Al observarla de cerca se le podía leer la enorme tristeza feliz, como si en su cara se leyera el abecedario de una vida que echaría de menos. Mamá hacía ejercicios, comía brócoli y no fumaba. Mamá no fumaba. Si mamá fumara quizá hubiese muerto de cáncer, pero mamá no fumaba. Nunca fumó. Por eso es difícil creer que los pulmones de mamá se hayan doblegado ante una bufanda escarchada. Una bufanda escarchada que se mezcló con el aire y el caucho derecho del carro. Cuando me percate ya era tarde. Con los ojos acuchillados me acerque a ella. La gente caminaba por la calle, apuradita, a alguna parte, hasta un destino que quizá ni ellos conocían. Los labios de mamá estaban morados y fríos. Yo sabía que mamá iba conducida por ese aire espeso y denso hacia algún lugar. Un lugar lejos y alto.
Camino hacia el otro lado de la habitación. Todavía oigo el eco de su voz cantando allez venez milord luego de su suspiro dulce al terminar cada frase. Parado, justo frente a la poceta, sin mirarme los pies, me lleno de tus caderas aunque tú no lo sepas. En estos días de mayo sólo pensarte mía me relaja. Me masturbo insaciablemente por y para ti. Te veo en las baldozas negras de mi baño. El ruido monótono del jadeo me ayuda a tocar tus tetas de Dios. Es poco difícil adivinar cuantos orgasmos tienes. Frunces las cejas y te muerdes los labios. Es tu ritual. Vi llegar el oasis cuando pude mear dentro de tu vagina. Sólo en ese momento todo estuvo bien y mamá no murió nunca. Salgo a dar una vuelta y te veo tomada de garras con tu dueño, toda gata hermosa, es entonces cuando entiendo la razón de mi erección mientras limpiaba mis sabanas manchadas de amarillo. Camino y veo la punta de mis zapatos. A mí alrededor casi todos hacen más o menos lo mismo. Pensaba en mamá, en ti, en lo poco tipo que soy. Porque es verdad; yo no soy un tipo. No llevo engominado el pelo, no uso camisetitas señidas, no exhibo mis mús-culos, no tiro la colilla del cigarro al suelo, duermo solo, soy fanático del hombre araña, me asusta la mascara del santo, no hablo con voz más gruesa de la que tengo, no echo piropos, creo en la lotería como medio divino de la fortuna, tomo aspirina “Sirvepatodo”cuando la necesito y cuando no también. Me parece que “Salsa” es una palabra mágica. Hay palabras que ahogan, cansan, maltratan y aburren. Salsa baila. Salsa es casi tan hermosa como sonrisa y agua.
Tinitus y Hay fuego en el 23, en el 23 ,se confunden con Please to meet you –hope you guess may name-but what is puzzling you- is the nature of my game. Este canto espiritual me trasciende. Si debiera entenderlo, si esto fuera posible, diría que mi alma se vierte en el mayor saber místico. Este es el fuego que he estado escuchando. Desde este fuego todo se anula. Incluso la lógica se pierde y llego a la conclusión que mi tinitus es divino. Dios me ha estado hablando y yo no he tenido la íntima comunicación debida para escucharlo. Su voluntad me sorprende. Si Dios se dirige hacía mí, supongo que gozo de un gran privilegio. De este encuentro me aprovecho para asegurarme de su existencia. Shhh. ¡Es él! Yo sabía que tú tenías que existir. Mamá decía que tú eras y estabas en todas partes. Por fin la entiendo. Dios, sabes que tú eres muy famoso por acá. Muchos hablan de ti. Son tus fans. Saber que no eres una figura recreada, me alivia mucho. Sería realmente triste descubrir un día que todos los ritos y cosas que se hacen en tu nombre no son producto de tu perfecta piedad y bondadoso amor. Este encuentro me da serenidad. Escuchando tu voz puedo oír todos los fuegos y finalmente aproximarme a aquel poema de San Juan de la Cruz : “ de todo sentir privado y el espíritu dotado de un entender no entendiendo, toda ciencia trascendiendo”.
site stats