17/1/09

Juanita y la playa


Juanita me pellizca a veces para que te mande sus saludos. Ahora nos comemos un pedazo de pizza de ayer. Solas las dos. Ella y yo. La casa esta casi vacia. papà duerme y mamita esta con el abuelo. Observo el monton de camisas sin planchar que estan en este cuarto. Oigo Carmencita de Devendra Banhart.( ¿Te gusto la cancion?) A veces se esta mejor solo. Leyendo mucho. Pensando mucho.Solo a veces. Pensando que la pizza sabe a chiclet. Maiz, tres pedacitos de jamon y trocitos de piña no pueden ser una pizza. Igual lo saboreo todo. No me importa. Estoy sola con Juanita y ella si tiene hambre. La piza tampoco esta mal. Juanita esta aqui y estoy bien. Me levanto y busco piedra de mar para escribirte una parte que me recuerda mucho a ti. " Y tu resucitas entre las olas,convertido tan solo en el hilito delgado que abandona el mar en la orilla. Es una sensacion maravillosa.Los brazos y las piernas te crecen y se vuelven pajaros, piedra,sol,risa de mujer que esta cerca. Y sobre ti, sobre la playa, pasan los paraguas,los pies, la gente. El cielo mismo parece una mascara de acero azul". Algo asi, si, casi asi, fue estar en la playa, a tu lado, mientras descansabas frente a Marcel Rigoberto. Las piernas me crecieron y se volvieron pajaros... y pum,vole!

12/1/09

Trapecio

Si ternura fuera padre fuera una hoja que renace para verme crecer. Una hoja que cae del árbol más verde y reposa sobre mis manos. Una hoja que se asoma desde una rama de colores que con temperatura calida me arropa los pies en la madrugada fría. Si ternura fuera padre fuera tu voz hablándole a mi muñeca de trapo, a Marianita la de los ojitos rotos. Tu voz ronca hablándole a Marianita para hacerme sonreír. Si ternura fuera padre, no pudiera escribirse en longitudes definidas. Seria una gota, un constante latir, una gota que recorre un sendero internminable y sucumbe la pesadez de lo real, de lo que no puede ser descrito con palabras, porque si ternura fuera padre, fuera todo menos algo fàcil de decir màs que con un abrazo càlido.

Si ternura fuera un sabor, fuera el sabor del mango, la fruta silvestre, hilachas amarillas colgando de mis dientes de leche. Mango olor y sabor a mi infancia en las mañanas camino a la escuela. Mango sabor a recreo frutal y amarillo. Mango amarillo como un Girasol. El girasol era la flor favorita de mi abuela, decía que siempre veían al sol, que por eso siempre estaban tan llenas de luz. Mango amarillo y silvestre. Mango, una criatura simplemente luminosa.


Si ternura fuera un olor sería el olor que tiene la tierra después de que llueve. Ese olor de paraguas inútil que se hunde en el quemado del sol. .Olor de alegría congelada. Olor a tierra mojada como una caricia de ausencia. Ese olor sereno que genera angustia, que asoma un caos no tan calmo. La lluvia no se avergüenza de quitarle el olor a la tierra, y se mezclan. Se mezclan y hay una cosquilla en mi estomago.

Si ternura fuera una casa sería la casa de rejitas azules de la vecina de Teresita. Nunca pude entrar ahí, pero siempre que pasaba se respiraba olor a café desde el barrio. Los pajaritos se posaban en la ventana de la vecina de Teresita. Los pajaritos y el olor a café, tanta ternura consumida en un barrio donde los cadáveres caminan. La casa de la vecina de Teresita era espaciosa y antigua, de esas en las que hay un zaguán. Un comedor con muchas sillas, una biblioteca con muchos libros, cinco cuartos grandes, un pasillo que comunica hacia los dos baños. Yo nunca entré a esa casa, pero la recorrí con mi nariz. Siempre olía a café. Cuando la puerta estaba abierta el olor se sentía lejano. Eso me hablaba acerca de las dimensiones de la casa. Era grande. Lucía como una estatua imponente entre todas las demás casas. La casa de la vecina de Teresita tenía voz de señora con moño, pero no una señora regañona, sino una señora de voz ronca que te susurra bajito. Esa casa era un tributo sensorial. Esa casa era inmensa y luminosa. Uno entraba (digo uno porque yo aún cuando nunca entré asumo que ha de ser así). Uno entraba por una puerta estrecha. Si caminábamos dándonos vuelta de retroceso, hacia la entrada, a mano derecha estaba la cocina con olor a café. La cocina de Teresita era gris, olía a cloro. Las paredes de granito me daban frío. Las ventanas de la casa de Teresita no se robaban el sol. Era una casa oscura. Techos de madera. Techos que se comen la luz.

Si ternura fuera familia sería las reuniones de cumpleaños de mi Abuela. Todos van. Incluso los hermanos que están peleados. Todos se abrazan y besan a la Abuela. La casa con olor a sopa y los nietos corriendo en el jardín. Familia sonriente, todos sentados alrededor de la mesa, viéndola. Bajo sus dos alas. Amplificadores de alegría. La casa huele a eucalipto. El rostro de mi abuela sabe a naranjas. Sus labios son como dos gajitos de mandarinas: chiquitos y coloridos. El sol se apaga y el amor de la Abuela nos arrulla, sus ojos negritos se muestran como linternas dentro de la jungla oscura. Mis Ojitos azabache: Las tuberías a la alegría en familia.

Ternura eres tú. Tú, Julio. Tu silueta ausente que me persigue. Tus ojos colgados al lado de mi sueño. Los lexicógrafos pueden definirlo todo, pero contigo es diferente porque tu solo eres, tu eres una oración copulativa, tu no tienes objeto directo, tú te defines con ternura. No se si tu naces dentro de mi o yo dentro de ti, pero cuando te das y te recibo algo nace. Si ternura fuera una palabra fuera tu nombre. Quisiera frotarte la espalda, reírnos de todos tus chistes burocráticos, aspirar el olor de tu pipa, beber de tu voz. Te sigo retando y es como si me estuviese repitiendo. Reto a quien me quiera retar, a quien me quiera desaparecer, reto al olvido que es olvido porque elimina, lo reto a que haga lo que deba, reto a quien quiera ser retado. Reto a todo y a todos,menos a ti Julio. Tù me puedes seguir dieciendo “ lero lero carpintero”, igual las escaleras me llevan a roma. Roma anagrama de amor. Amor verbo conjugado en tu piel. Soy obrera de tu sonrisa. Mi aire sabe a tu pipa.
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